Según el Real Decreto 1744/1998, de 31
de julio, sobre uso y supervisión de libros de texto y demás material
curricular se entiende por materiales curriculares aquellos libros de texto
y otros materiales editados que profesores y alumnos utilicen en los centros
públicos y privados para el desarrollo y aplicación del currículo de las
enseñanzas de régimen general establecidas por la normativa académica vigente.
El Real Decreto citado atribuye una gran
importancia al libro de texto, al que califica de autosuficiente y
al que supedita todo el resto del material.
Creo que el libro de texto no es un medio
más entre los restantes materiales curriculares. A diferencia de los demás, no se diseña para que sea útil en
situaciones específicas y puntuales de la enseñanza, sino que es un recurso con
suficiente potencial para ser usado a lo largo de todo un curso escolar
completo. Además, es un recurso decisivo para traducir el currículo oficial y
mediar entre éste y los profesores y en él se encuentran aspectos valiosos para
el docente como los objetivos, la metodología, propuestas de actividades y
modelos de evaluación, además de los contenidos de la materia.
Pero aparte de los aspectos positivos,
hay otros argumentos que deberían hacernos
pensar que el libro de texto no ha de utilizarse de forma exclusiva e
indiscriminada en las aulas. Estos motivos se pueden agrupar en dos apartados:
1. Por motivos relacionados con el
profesorado:
Muchos docentes se caracterizan por la
dependencia profesional del libro de texto.
a) El profesorado por
su formación, por sus condiciones de trabajo y por la estructura y racionalidad
del sistema curricular vigente, manifiesta evidencias claras de desprofesionalización, entendida ésta
como la pérdida de la capacidad de decisión y control sobre las tareas propias
de su profesión: planificación, desarrollo y evaluación de los procesos de
enseñanza.
b) Debido a lo anterior, el profesorado se encuentra
indefenso para hacer frente a la multitud de tareas
derivadas del ejercicio de su profesión: seleccionar y organizar los
contenidos, planificar cursos de acción instructiva, realizar seguimientos
individualizados del aprendizaje, colaborar con otros compañeros en tareas de
planificación del centro, seleccionar y preparar materiales, desarrollar
procesos de evaluación formativa, etc.
c) Ante esta situación el profesorado tiene que recurrir a
algún material que le resuelva una parte importante de estas tareas, que presente operativamente las decisiones curriculares
que supuestamente él debe realizar para su aula: dicho material son los libros
de texto. Como afirma Gimeno (1988) los materiales textuales escolares son
recursos traductores de un programa oficial que median entre el currículum
prescrito y el currículum práctico.
El libro de texto, por consiguiente, aparece ante el
profesorado como el único material donde se hacen operativas en el ámbito
práctico las prescripciones técnicas de un programa curricular específico (por ejemplo los Diseños Curriculares de la Reforma
Educativa). En el texto escolar se encuentra la metodología que posibilita el
trabajo en el aula ya que se presentan seleccionados y secuenciados los
contenidos (con sus definiciones, ejemplos, interrelaciones, etc.), se propone
un banco de actividades sobre los mismos, se encuentra implícita la estrategia
de enseñanza que ha de seguir el profesorado en la presentación de la información,
e incluso (a través de la guía didáctica) algunas pruebas de evaluación para
aplicárselas al alumnado
El problema no estriba en la presencia o ausencia de este medio en las
aulas, sino en las consecuencias curriculares que supone un modelo de enseñanza
basado exclusiva o predominantemente en la dependencia docente del texto
escolar: desprofesionalización del profesorado, metodologías tradicionales de
enseñanza, homogeneización y estandarización de los procesos de enseñanza y
aprendizaje, difícil compatibilidad de este medio con estrategias metodológicas
que favorezcan la construcción del conocimiento por los alumnos, dificultades
para el estudio del entorno, etc."
2. Por motivos relacionados con las
nuevas demandas y la nueva situación educativa:
Las editoriales han tenido un papel
importante a la hora de definir cuáles eran los currículos que realmente eran
enseñados en las escuelas. Y de acuerdo con la normativa, debían ser
autorizados por los responsables educativos antes de ser lanzados al mercado
escolar.
No obstante, ahora, como señala la
Disposición adicional cuarta de la LOE, la edición y la adopción de los
libros de textos y demás materiales no requerirán la previa autorización de la
Administración educativa, por lo que un libro de texto se convierte
ahora en una propuesta que el profesor o los órganos responsables, en virtud de
la autonomía pedagógica que a los centros se confiere, han de comprobar su
adaptación total o parcial al currículo.
Por otra parte, el libro de texto, si
quiere dar una respuesta global al currículo, debería atender todas las
necesidades que, en este sentido, demande la totalidad del alumnado.