lunes, 25 de noviembre de 2013

Predominio del libro de texto en el aula como material curricular



Según el Real Decreto 1744/1998, de 31 de julio, sobre uso y supervisión de libros de texto y demás material curricular se entiende por materiales curriculares aquellos libros de texto y otros materiales editados que profesores y alumnos utilicen en los centros públicos y privados para el desarrollo y aplicación del currículo de las enseñanzas de régimen general establecidas por la normativa académica vigente.
El Real Decreto citado atribuye una gran importancia al libro de texto, al que califica de autosuficiente y al que supedita todo el resto del material.
Creo que el libro de texto no es un medio más entre los restantes materiales curriculares. A diferencia de los demás, no se diseña para que sea útil en situaciones específicas y puntuales de la enseñanza, sino que es un recurso con suficiente potencial para ser usado a lo largo de todo un curso escolar completo. Además, es un recurso decisivo para traducir el currículo oficial y mediar entre éste y los profesores y en él se encuentran aspectos valiosos para el docente como los objetivos, la metodología, propuestas de actividades y modelos de evaluación, además de los contenidos de la materia.
Pero aparte de los aspectos positivos, hay otros argumentos que deberían  hacernos pensar que el libro de texto no ha de utilizarse de forma exclusiva e indiscriminada en las aulas. Estos motivos se pueden agrupar en dos apartados:
1.  Por motivos relacionados con el profesorado:
Muchos docentes se caracterizan por la dependencia profesional del libro de texto.
a) El profesorado por su formación, por sus condiciones de trabajo y por la estructura y racionalidad del sistema curricular vigente, manifiesta evidencias claras de desprofesionalización, entendida ésta como la pérdida de la capacidad de decisión y control sobre las tareas propias de su profesión: planificación, desarrollo y evaluación de los procesos de enseñanza.
b) Debido a lo anterior, el profesorado se encuentra indefenso para hacer frente a la multitud de tareas derivadas del ejercicio de su profesión: seleccionar y organizar los contenidos, planificar cursos de acción instructiva, realizar seguimientos individualizados del aprendizaje, colaborar con otros compañeros en tareas de planificación del centro, seleccionar y preparar materiales, desarrollar procesos de evaluación formativa, etc.
c) Ante esta situación el profesorado tiene que recurrir a algún material que le resuelva una parte importante de estas tareas, que presente operativamente las decisiones curriculares que supuestamente él debe realizar para su aula: dicho material son los libros de texto. Como afirma Gimeno (1988) los materiales textuales escolares son recursos traductores de un programa oficial que median entre el currículum prescrito y el currículum práctico.
El libro de texto, por consiguiente, aparece ante el profesorado como el único material donde se hacen operativas en el ámbito práctico las prescripciones técnicas de un programa curricular específico (por ejemplo los Diseños Curriculares de la Reforma Educativa). En el texto escolar se encuentra la metodología que posibilita el trabajo en el aula ya que se presentan seleccionados y secuenciados los contenidos (con sus definiciones, ejemplos, interrelaciones, etc.), se propone un banco de actividades sobre los mismos, se encuentra implícita la estrategia de enseñanza que ha de seguir el profesorado en la presentación de la información, e incluso (a través de la guía didáctica) algunas pruebas de evaluación para aplicárselas al alumnado
El problema no estriba en la presencia o ausencia de este medio en las aulas, sino en las consecuencias curriculares que supone un modelo de enseñanza basado exclusiva o predominantemente en la dependencia docente del texto escolar: desprofesionalización del profesorado, metodologías tradicionales de enseñanza, homogeneización y estandarización de los procesos de enseñanza y aprendizaje, difícil compatibilidad de este medio con estrategias metodológicas que favorezcan la construcción del conocimiento por los alumnos, dificultades para el estudio del entorno, etc."
2. Por motivos relacionados con las nuevas demandas y la nueva situación educativa:
Las editoriales han tenido un papel importante a la hora de definir cuáles eran los currículos que realmente eran enseñados en las escuelas. Y de acuerdo con la normativa, debían ser autorizados por los responsables educativos antes de ser lanzados al mercado escolar.
No obstante, ahora, como señala la Disposición adicional cuarta de la LOE, la edición y la adopción de los libros de textos y demás materiales no requerirán la previa autorización de la Administración educativa, por lo que un libro de texto se convierte ahora en una propuesta que el profesor o los órganos responsables, en virtud de la autonomía pedagógica que a los centros se confiere, han de comprobar su adaptación total o parcial al currículo.

Por otra parte, el libro de texto, si quiere dar una respuesta global al currículo, debería atender todas las necesidades que, en este sentido, demande la totalidad del alumnado.

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