Partiendo
de la constatación de que la reflexividad ayuda a los niños a adaptarse al
mundo que les rodea mucho mejor que la
impulsividad y, desde la perspectiva de ayuda a los educadores, participo junto
con la pedagoga del centro en el programa “Método PIAAR-R 1” cuya edad óptima
de aplicación es entre los 7 y los 11 años, en sesiones semanales para aquellos
alumnos (8 de tercer ciclo de primaria) a los que previamente se les ha
detectado la necesidad de trabajar la capacidad reflexiva frente a la
impulsiva, teniendo en cuenta su vinculación con el rendimiento académico y
repercutiendo además de forma notoria en la personalidad, desarrollo intelectual
y conducta de estos niños.
Justificación
Los
maestros se encuentran a menudo con alumnos de bajo rendimiento en exámenes y
tareas cotidianas debido a su impulsividad. A veces los niños no contestan, o
lo hacen de forma inadecuada, a cuestiones que son capaces de resolver por su
nivel intelectual y de conocimientos, porque no son capaces de pararse a pensar
“Qué es lo que tengo que hacer?”. Otras veces se deja sin contestar la segunda
parte de una pregunta simplemente porque no se dan cuenta de que estaba allí.
Muchas
veces los profesores se limitan a decirles que se fijen más, que sean más
atentos y cuidadosos, que reflexionen más y que no sean tan alocados e
impulsivos. Sin embargo, la experiencia se repite una y otra vez y los niños
vuelven a cometer los mismos errores u otros similares.
Este
programa de enseñanza de reflexividad, de fácil aplicación en el aula, se puede
enseñar a los alumnos igual que cualquier asignatura curricular. Con ello se
consigue (se ha utilizado también en el gabinete en cursos anteriores) que los
alumnos mejoren su rendimiento académico y sus calificaciones. No es que, con
ello, se hagan más inteligentes, sino que sacan más partido a sus conocimientos
y destrezas. Además, la mejora en reflexividad llevará consigo una mejora en
aspectos de su personalidad y su conducta, tales como agresividad, autocontrol,
etc.
Se
trata de enseñar a los alumnos a tomar conciencia de los procesos cognitivos
que se utilizan en el aprendizaje para aprender a controlarlos, reconducirlos y
optimizarlos situándonos en el campo de aprender a aprender y de la
metacognición.
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